Palabras sobre y para el amigo….
Primavera de 1999. Reunión en Buenos Aires del Comité de Psicólogos del Mercosur. Viajamos
desde Montevideo con Humberto Giachello en representación de la Coordinadora de
Psicólogos del Uruguay. Allí conocemos a nuestros colegas de los otros países que lo
integraban. Entre ellos, Marcus Vinicius de Oliveira de Brasil. Conocimos personalmente a
Marcus!!. Sabíamos su nombre, su participación en estas actividades, pero nunca habíamos
trabajado con él. Y fue una mezcla de sensaciones; un hombre con una voz muy fuerte, con
ideas muy claras, con seguridad al transmitirlas y coraje en defenderlas. Pues si algo tenía
Marcus era fortaleza para defender lo que pensaba, con mucha energía y aún cuando en algún
caso no coincidía con la mayoría, marcaba claramente su posición. Ese día en que lo
conocimos, aprecié también un colega alegre, que realizaba chistes, pero que sin dudar un
segundo, apoyó inmediatamente el ir a acompañar a las Madres de Plaza de Mayo a propuesta
de Ana Bock; era un jueves, el día de las vueltas a la plaza de las Madres con sus pañuelos
blancos. Y fuimos todos; recuerdo a Ana hablando en nombre de todos, en nombre de la
psicología de nuestros pueblos. Y fue así, en cada una de estas acciones de Marcus, que
encontré un compañero de trabajo de quien mucho aprendí en esos días y con los años que
siguieron; compartimos, coincidimos y también opinamos diferente. A la noche, luego de
cenar, caminamos cantando por las calles de Buenos Aires, tangos, samba, candombe; cómo
recuerdo esos momentos, que saudade de ellos, cuán jóvenes éramos, cuanta energía e
ilusiones teníamos con el Comité de Psicólogos del Mercosur y cuantos proyectos más
abarcativos se comenzaban a dejar entrever. Y Marcus fue un generador de ideas y promotor
muy importante de esos proyectos. En él se sentía de manera constante “el tejer redes”, redes
entre los hombres y mujeres de nuestra América Latina. El Mercosur iba dando lugar a otra red
mayor, que llegará más lejos. La Patria Grande, con la pretensión de ir incluyendo a todos y
cada uno de los países del Rio Grande hasta el Estrecho de Magallanes. Esta concepción de
inclusión, de compromiso social, de integración, estaba presente en las acciones y palabras de
Marcus Matraga. Este rol de innovador, de estar un paso siempre delante en el pensar, en el
concebir y aportar fuertemente a proyectos, fue solo uno de los roles de Marcus. No debemos
olvidar al Marcus padre, profesor, estudiante de su Doctorado en Río de Janeiro, el psicólogo
promotor de cerrar los manicomios, el Doctor en Salud Colectiva, el colega que
permanentemente luchaba por los derechos humanos, el integrante del Conselho Federal de
Psicología, el psicólogo aposentado que estaba presente en todo acto que lo requiriera, en una
palestra, en una rua, en una plaza. Indudablemente era multifacético y sus intereses y
preocupaciones eran muchas. De ahí su gran aporte a la psicología de su país y a la de América
Latina. Presente siempre en varios frentes de lucha, de transformación, de creación, de
investigación; escucharlo era aprender de historia, de derechos humanos, de psicología, de
política, de salud, de grupos y colectivos, de presente y de futuro, de nuestros ancestros y de
nuestros sucesores, de marginados y excluidos y sobre todo, era aprender y vivenciar la ética,
la ética la de solidaridad, de la inclusión, de la coherencia entre el pensar, decir y hacer.
Militante y luchador de la vida y por la vida, pero de todos, pues para Marcus el yo era el
nosotros y era el ellos y los otros. Detrás de cada postura personal, había una idea colectiva a
seguir, a defender, a llevar adelante. De ahí su enorme capacidad para liderar, fundar y armar
grupos, equipos, colectivos y comisiones de trabajo. Este es el Marcus Vinicius con quien
comencé a generar una amistad muy fuerte, una admiración y un cariño grande. Era el papá de
Natalia, que me llamó cuando a ella vino a Montevideo, era el amigo que esperó a mi hija en el
aeropuerto de Salvador cuando ella fue para allí y le dio alojamiento, era el Marcus que
viniendo a un encuentro Pro Ulapsi, olvidó la mitad de la foto de su pasaporte y llegó al
aeropuerto de Montevideo y en el próximo vuelo rápidamente volvió a su país, a pesar de los
pedidos para que lo dejaran ingresar a Uruguay, era el hombre con sombrero y micrófono que
en cada Mostra y Congreso en Brasil, recorría todos los lugares y hablaba con los asistentes,
era quien hacía oir su voz en reuniones de Ulapsi cuando había olvidos de lo colectivo; ese era
Marcus, un hombre íntegro, frontal, coherente, amigo.
Cuando leo estas palabras me pregunto si serán acordes a lo que se pretendía o se esperaba
cuando se me invitó a escribir. Pero son las que salieron, las que se escribían solas, pues no
estoy escribiendo mi tesis de doctorado, ni un artículo científico, estoy escribiendo sobre mi
amigo, sobre mi querido Marcus. Y lo que fluye es vivencial, con afecto, es biográfico de él y
autobiográfico de los momentos compartidos con el amigo, con el colega, con el hombre de
América Latina, con quien marcó algunas ideas en mí muy fuertemente.
En la vida tenemos siempre que agradecer: gracias a este gran luchador, psicólogo, parceiro.
Gracias a este gran padre, hijo, amigo. Agradezco el haberlo conocido, compartido su amistad,
sus ideas, sus convicciones, el haber discrepado en alguna oportunidad, pues eso me hizo
pensar mucho y crecer. Marcus no se ha ido, está conozco. Y como una vez escribí “…Sigue
caminando luchador por los caminos abiertos de nuestra América Latina….” Marcus Vinicius
Presente Siempre!!!!!!
Carolina Moll
Montevideo, verano del 2017.